Monday, June 24, 2013

Monólogo por Carlos Sánchez --Recuerdos

La otra vez estaba desordenando mi cuarto. Pues sí, hay gente que le gusta ordenar su cuarto, yo funciono al revés. No es que sea desordenado. Tampoco soy organizado con mi vida; simplemente pienso que la vida tiene que dejarse llevar. En fin, estuve moviendo las cosas, encontrando, por ejemplo, a los Restrepo que, bien decía mi madre, estaban bajo mi cama.
 
Durante el desorden de mi cuarto, me detuve particularmente en mi escritorio donde había encontrado, nada más y nada menos que mi libreta de colegio. Quien diría que 4 años después de haber salido del colegio, encontraría mi libreta de calificaciones. La abrí, que es lo que haría cualquier persona. Al abrirla me quedé "wow". Parecía un arbolito de navidad. Incendiado, pero de navidad igualmente. Todo era rojo. En ese momento, solo una pregunta salió de mi cabeza: ¿Por qué mi padre no me había quitado el apellido? Con esas notas quizá yo lo hubiese hecho. Ciertamente, me vinieron un montón de recuerdos acerca de mi época de colegio, pero les contaba de mi cuarto.
 
De hecho, encontré muchas cosas; de esas que uno no espera y no entiende qué hacen allí. Encontré dos platos y tres cucharas. ¿Por qué? ¿Qué hacen dos platos en mi cuarto? ¿Por qué no recuerdo haberlos subido? Y así, muchas cosas que no sabía que estaban allí ni como habían llegado. Encontré dibujos, muñecos, cartas que había escrito a mano cuando era niño. Y la pregunta era: ¿Por qué están ahí? ¿Por qué las guardé? ¿Por qué las personas guardamos cosas así? ¿Por qué yo lo hice? ¿Es que acaso mi yo actual se quería reír de mi yo antiguo? ¿O mi yo futuro me va a hacer bullying? Realmente nunca encontré la respuesta.
 
Quizá iba en relación a aquel miedo que me hace dormir con un bate debajo de mi cama. Pues sí, duermo con un bate debajo de la cama por si alguien viene a matarme en la noche. Pero realmente mi miedo es que algún día haya una verdadera apocalipsis zombie. Ciertamente, a mí no me van a morder. En fin, tuve el pensamiento de que, en caso de que eso ocurriera, la gente también me recordaría como la persona que algún día fui. El del bate de béisbol debajo de la cama.
 
Otra de las cosas que descubrí fue que todas estas cosas, con el paso del tiempo, son las que me han hecho ser quien soy. Los recuerdos son buenos. Y si los tienes a la mano, mucho mejor, porque son los que te definieron.

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